Etiquetado
Nutriscore: luces y sombras sobre el etiquetado de los alimentos
El sistema de clasificación Nutriscore tiene virtudes que ayudan a simplificar la información, pero también errores sin solventar

Desde que nació Nutriscore, sistema de clasificación de alimentos por su etiquetado frontal, este no ha estado exento de polémicas. Son muchos los nutricionistas y expertos en salud que lo rechazan. Pero, por mucha controversia que genere, desde que la Comisión Europea, a través de ... su normativa, decidió proponer que el etiquetado de los productos lleve en la parte frontal un indicador complementario, con el objetivo de facilitar a los consumidores la comprensión de los valores nutricionales del producto, parece que será Nutriscore el sistema que llegue a España en 2021, (en Francia lleva vigente desde 2017 y en Bélgica, desde 2019), tal como anunció el actual ministro de Consumo, Alberto Garzón.
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Para entender su funcionamiento y la controversia generada en torno a él consultamos las claves de su funcionamiento a la farmacética Clara Gómez-Donoso y la catedrática Maira Bes Rastrollo, autora y supervisora, respectivamente, del estudio recién publicado por la Universidad de Navarra en el que se determina que, cuanto peor es la puntuación nutricional de Nutriscore para un alimento mayor es el el riesgo de mortalidad prematura. «El algoritmo en el que se basa Nutriscore asigna puntos en función de la composición nutricional por 100 gramos o 100 mililitros de producto y tiene en cuenta el contenido de elementos menos saludables (calorías, azúcar, grasas saturadas y sodio) y de los más favorables (fibra, proteínas y el porcentaje de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y aceites de oliva u otros similares en composición)», explican las autoras, que además comentan que la puntuación final se clasifica en cinco categorías para mostrar una graduación de cinco colores y letras en el etiquetado frontal. Así, la mejor calidad nutricional se marca con la letra A y en color verde oscuro, y la peor con la letra E y en rojo. El resto de las letras, B, C y D, representan puntos medios, los cuales van acompañados con una profesión de los colores: verde oscuro, verde claro, amarillo, naranja y rojo.
Lo que debe mejorarse
Las investigadoras coinciden en que, aunque a su juicio Nutriscore es un sistema fiable, no perfecto y se deberían realizar mejoras. « Hay varios aspectos que pueden mejorarse dentro de las limitaciones que presenta: no distingue entre diferentes tipos de grasa (monoinsaturadas, poliinsaturadas, saturadas y trans) y no tiene en cuenta el grado de procesamiento de los alimentos». Debido a estas faltas dentro del algoritmo, se pueden dar casos, en los que, por ejemplo por la inadecuada distinción de los diferentes tipos de grasas, el aceite de oliva obtiene una calificación C , o al no tener en cuenta el grado de procesamiento de los alimentos, un por lo que un refresco light pueda obtener una calificación mejor.
Las dos profesionales respaldan su estudio, afirmando que, aunque con un «margen de mejora», consideran Nutriscore como una opción válida. «Desde un punto de vista de salud pública, el hecho de que no sea perfecto no debería hacer que lo tiremos por la borda ya que es una medida necesaria y Nutriscore es el modelo de etiquetado frontal que genera mayor consenso en Europa, y el que recientemente ha sido escogido por el Gobierno de España», afirman.
Aun así, recalcan «la necesidad de mejora del sistema y de acompañar (Nutriscore) de otras estrategias educativas y políticas alimentarias amplias que favorezcan un mayor consumo de materias primas y alimentos mínimamente procesados, pero que por esto no debe impedir que la medida siga adelante».
La visión más crítica
Son muchos los nutricionistas y profesionales del mundo de la nutrición que se posicionan en contra de la implantación de este sistema. Juan Revenga, nutricionista, biólogo y colaborador de la aplicación de el CoCo, comenta que, aunque Nutriscore tiene virtudes, no es el sistema adecuado. «Cuando en 2014 se presentó este modelo como alternativa a los múltiples y complejos semáforos nutricionales que había hasta el momento, fue una maravilla. Es un sistema claro y fácil de interpretar por el consumidor. Si lo comparamos con el maremágnum que teníamos antes, las cosas que valora de manera positiva Nutriscore están bien valoradas, y hace lo propio con la valoración negativa», explica, y continúa: «El problema es que, cuando se traslada este sistema a la vida real, no funciona ; tiene cierta cantidad de errores que lo convierten en una herramienta inútil».
A la pregunta de cuál sería, entonces, el problema que se debe abordar para que los consumidores puedan realizar una compra consciente y saludable, hace referencia a la necesidad de mejorar la formación nutricional. «No digo que todo el mundo deba ser nutricionista, pero sí es necesario divulgar unos conocimientos elementales ; una mayor conciencia nutricional desde las edades tempranas, y en la que no haya una mediación de la industria», concluye.
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